Texts
Presentation text from the catalog 2012
A Costa Rican Artist in Berlin
I paint objects as I think them, not as I see them.
Picasso
Picasso’s maxim is a call to choose creation over imitation. This implies that the work of art is imagined; delicately forged out of our senses, out of our very being. Childhood scenes, landscapes, the intrinsic mysteries of the city—all suggest to the artist a gamut of possibilities to be expressed with her fine palette.
María Luisa’s work confronts us with an organized intelligence capable of lovingly balancing the sacred, the symbolic, the everyday, and even the profane, with an aesthetic sensibility that leaves nothing unquestioned.
Hers is an art that calls to mind the place where she lives and works without forgetting her origins: the contrast between winter’s cold and the hot summers of the tropics. In her paintings, temperature is expressed as a function of strong colors, or of a drawing that scans the space with affection and decisiveness. Still, it is the grays that most attract us, always conciliatory in their contrasts and technical force.
It is an intimate style of painting, filled with a vivid tenderness that draws the attentive spectator in, making them an accomplice to the painting’s emotions.
Her compositions are creative and one-of-a-kind, yet as a body of work they present an idea of totality and coherence. María Luisa is a woman who expresses herself through art, conscious of the responsibilities placed on her by ideology and gender.
Eduardo Barracosa, 2012
Visual Artist and Art Professor
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Texto de catálogo 2012
Una artista costarricense en Berlín
Yo pinto lo que pienso no lo que veo
Picasso
Sin duda una sentencia de Picasso que invita a crear y no a imitar. Por lo tanto toda obra se piensa, se elabora en los sentidos más sensibles de nuestro ser. El ambiente de la infancia, los paisajes, las ciudades con sus misterios intrínsecos cuestionan a la artista toda una gama de posibilidades para expresarse con su fina paleta.
En la obra de María Luisa estamos ante una inteligencia organizada que sabe equilibrar amorosamente lo sagrado, lo simbólico, lo cotidiano e incluso lo profano con una sensibilidad estética que cuestiona todo.
Sugiere en su obra el lugar donde vive y trabaja sin olvidar su lugar de origen. El contraste entre el frío invernal y los veranos cálidos del trópico. Hay en sus cuadros una temperatura expresada en función del color fuerte, de un dibujo que lee el espacio con afecto y decisión. Pero lo que más atrae son sus grises, siempre conciliadores con sus contrastes de color y cierto alarde técnico.
Es una pintura íntima llena de ternura plástica que acerca al espectador atento e implica su complicidad afectiva.
Sus composiciones son creativas y únicas, tiene una idea de totalidad y coherencia en toda la obra. Es una mujer que se expresa en el arte y es consciente de su responsabilidad ideológica y de género.
Eduardo Barracosa, 2012
Artista plástico y profesor de arte.
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Original text for catalog Etnia V, 2009
A María Luisa Herrera Rapela se le ocurrió nacer en Costa Rica, sensual y empírica (La Atlántida perdida). Esto no es fácil: días cálidos, todo el Caribe, todo luz y color… casi nada. Llegar a Europa fue todo un desafío cultural; un enfrentamiento a toda esa inteligencia agresiva y los conocimientos del arte con que nos han encandilado y nos contraculturalizaron. Enfrentó el reto con algunos miedos, pero con entereza. Con su personalidad tímida pero tenaz logró ser ella misma, sin perder el ángel. Los oscuros días del invierno, iluminaron sus pupilas y trató de entender los sutiles grises y tono severos de un paisaje que la dejó absorta. Esos mismos paisajes expresados en la pintura europea durante siglos, a través de los artistas que nos precedieron.
En las obras de María Luisa, el equilibrio emocional es su fuerte. Cada cuadro es una configuración diferente y una nueva experiencia de imagen y desarrollos técnicos. Hay un gesto plástico que discurre hacia la expresión o hacia la sutileza estética, en el dominio del oficio; sea pincel, tiza o carbón. El medio se subordina a la expresión libre, a veces agresiva, sin dolernos; irreverente en otras; suave siempre, sin llegar a perder toda la ternura en el procedimiento. Evita el caos pictórico dentro del cuadro, con inteligencia y destreza. Sabe cuando la obra debe quedar inconclusa para que el espectador cómplice emocionalmente se involucre y se manifieste. Ella siempre estructura los temas pictóricos con una capacidad de hacernos entender que cada parte pertenece a un todo plástico y que la define como obra total.
Quien vive con el arte, vive dos veces, o ¿acaso vivir no es un arte? Su obra aspira a la eternidad -un hermoso propósito humano- . Por lo tanto donde hay luz está la vida, nada se esconde; donde hay color hay plenitud y transparencia. Maria Luisa pretende que todo eso de la existencia, sea para ella y que se lo dejen usar.
María Luisa no está buscando una paternidad plástica, se está encontrando a sí misma, con el egoísmo natural de su juventud, acompañado de trabajo y estudio del arte en el devenir del tiempo que le toca vivir. Ella intenta vencer la idea de la muerte que existe en el arte europeo, trayendo en su espíritu luces y colores, que hablan de otros cielos, de otra tierra y de otros cálidos mares; la existencia de lo humano. Nos quiere hacer creer con enorme ternura, que todo es posible todavía.
Eduardo Barracosa, 2009
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Presentación texto brochure 1999
¿Que diferencia existe entre un pintor y un artista? La respuesta se define por la intencionalidad y objetivos de lo que se quiera lograr. El pintor aprende un „oficio“, ya que para él existe un „arte“ al cual imitar, éste es aceptado por un público de una retina común, y una estética comprometida con el tema, que por lo general expresa lo más superficial y conocido. En cambio el artista no necesita aferrarse al tema, sino que se plantea una incógnita que transformará los objetivos respecto al resultado final de su obra. Decía Braque „que no se debe imitar lo que se desea crear“. El artista experimenta con los elementos plásticos y las técnicas, y deviene en pensamiento estético todo lo que piensa y produce. Picasso opinaba „yo pinto lo que pienso, no lo que veo“. En el artista, la vida y su obra son ya una cosa indivisible. En el arte, nuestros defectos comienzan a ser nuestros más originales virtudes.
En el caso de Maria Luisa, toda experimentación con el color, la forma, el espacio, la línea, es un rasgo único y personal que definirá su existencia. Siempre la vida es más que el arte. Aquí el estilo es la artista, las técnicas son su „manera“ de trabajar, por ejemplo, el pastel sobre la superficie del papel. Los colores, a veces pigmentados, otros saturados en perfecta armonía, la increíble sensibilidad de sus grises. Las estructuras compositivas nos dan una idea de totalidad y de una precoz sabiduría expresiva, ya que la línea dibuja el espacio de una emoción plástica y nunca asume una debilidad conceptual, sino una imagen conmovedora y única.
Maria Luisa es su obra, su obra responde por ella misma. Su constancia e imaginación incansable se vuelca hacia una imagen artística que residua al acontecimiento insospechado de la realidad. No hay nada afuera que la convenza con una superficialidad objetual. El inconsciente procesa datos y la imaginación la devuelve en imágenes sorprendentes. La vida tiene una estructura de sueños y miedos que nos obliga a diseñar unas imágenes incoherentes y maravillosas donde el arte expresa su definición.
El arte del siglo XX se enfrenta a la disyuntiva que existe entre las creencias y el conocimiento. La primera nos lleva a reproducir un pasado estético que no es nuestro, que ha servido para colonizarnos y depender de valores estéticos y éticos ya caducos. Desde nuestras geo-grafías observamos al mundo de una policromía diferente: espaciados cielos, montañas azules, una intensa luz, los verdes árboles y las flores que nos rodean nos llevan a una abstracción particular. Aquí, el conocimiento nos conduce a concebir una obra plásticamente original y la artista nos obliga a una reflexión estética.
Maria Luisa se reconoce como género, una nueva generación afronta el reto de crear y luchar por una identidad con trabajo honesto, esfuerzo constante y un fin ético consigo misma. Toda una responsabilidad individual que reconocemos por ser sus cómplices y compartir la osadía de creernos seres sensibles que todavía conspiramos por desentrañar esta realidad.
„Hay seres que pueden vivir sin el arte,
pero el arte no puede existir sin lo más humano del ser“
Eduardo Barracosa Megrá, 1999